Campus ABP: La tormenta perfecta

28 julio 2017

Un día cualquiera de agosto. El calor empieza a mandar avisos de que hoy tampoco tiene intención de hacernos la vida más agradable. En el interior del pabellón parece oirse el sonido de una pelota que se bota varias veces seguidas. El bote se corta de pronto y tras un silencio mínimo de dos segundos, se puede oir un «vaaaaaamossssss«. Antes de entrar al pabellón ya se sabe que el primer concurso del día de tiro desde el medio del campo está en marcha y cerca de tener campeón.

Durante una semana, bajo la dirección de Francis Tomé, un grupo de jugadores profesionales decide sacrificar días de sus vacaciones. La temporada es lo suficientemente larga como para saber que un buen trabajo previo siempre tiene recompensa. Alfonso Reyes, presidente ABP, en su bienvenida a los jugadores les reconoce este esfuerzo y esta implicación: «el Campus tiene vocación de servicio al jugador». Uno de los fijos al Campus, Luis Parejo, así lo siente: «Todo son atenciones y disponibilidad absoluta hacia los jugadores«.

Jugadores que durante un año son rivales, que pelean por sus intereses, pero que «durante seis días formamos una familia«. Son palabras de Francis Tomé, al frente del Campus ABP por cuarto año consecutivo. Todos los jugadores tienen claro el plan para esta semana: «en la pista se trabaja muy duro, pero con un ambiente que es díficil ver en cualquier otro sitio» afirma Tomé.

La excel de tiro es el momento que indica que la sesión de mañana acaba. Todos alrededor del portátil. Momento de «piques sanos». Pivots sacando pecho por liderar la tabla de triples, aleros agazapados tratando de remontar puestos. Y los jóvenes cantando en voz baja las canastas anotadas.

Algunos necesitan cuidados y se van buscando los cuidados de César. Otros se van directamente de la excel a la piscina con Alberto Castillo comandado la expedición. También está el grupo de «coquetos» que se van a cortarse el pelo. Pero el denominador común es la sonrisa en la cara.

Como buena familia, nos juntamos en torno a un mesa. En la comida es habitual hablar de los fichajes, de los rumores de movimientos, de experiencias, de anécdotas. Pero también de inquietudes. Rafa Jofresa comenta que «nos gusta verles entrenar, pero para conocer sus problemas también queremos pasar tiempo a su lado«. Esa misma idea tiene Alfonso Reyes que disfruta con «la unión que conseguimos durante esa semana en el Campus con jugadores de ACB y de LEB«.

La siesta no se perdona. Hay que descansar. Los jugadores son conscientes de que lo bueno viene por la tarde. La competición, el 5 contra 5. Bloqueos duros, un balón que rueda supone tres jugadores por los suelos, luchas titánicas por cualquier rebote son escenas de cualquier tarde de este Campus. Los que están en las gradas viendo los entrenamientos también disfrutan. Especialmente cuando algún mate hace temblar las paredes del pabellón. La mejor señal. Disfrutan hasta los de fuera.

Francis y Manuel hablan en un aparte. MIran el reloj. «Vale por hoy» grita Francis. Once horas después de los primeros botes, los jugadores empiezan a aplaudir. Saben que están haciendo lo correcto. La tranquilidad de darlo todo les hace sentirse felices. Alfonso y Rafa, con la certeza de estar ofreciendo al jugador un gran servicio sonríen con un mueca «de la que me estoy librando en pretemporada». Los que vienen a ver el entreno preguntan a qué hora empieza mañana.

Esto es el Campus ABP. La tormenta perfecta.


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