15 septiembre 2014
Se apagaron nuestro Mundial y las aspiraciones de reconquistar la cima del baloncesto internacional, o al menos intentarlo en la final. Lo de ayer fue un monólogo desde que los americanos se pusieron serios tras el 15-7 en contra de los primeros minutos.
Volvemos a los tiempos oscuros en los que los bárbaros del otro lado del charco nos vapuleaban sin compasión. Desgraciadamente nunca sabremos si España les hubiera hecho sombra a estos jugadores y me temo que ya no habrá muchas oportunidades de comprobarlo. Desde el 92 no había visto tanta superioridad sobre una cancha de baloncesto. Y menos mal que no venían los mejores… Quizá no vinieron las estrellas pero sí estuvo el mejor equipo.
Serbia asistió a la exhibición de los estadounidenses sin oponer excesiva resistencia a la espera de colgarse una merecidísima y muy valiosa medalla de plata. Es cierto que muchos, ante las numerosas bajas, infravaloraron a un equipo con jugadores que en principio, no acaparan las miradas de los aficionados a la NBA. No contaban con el compromiso, calidad y hambre de un grupo perfectamente gestionado por el entrenador K (no me gusta lo de coach) que ya tiene en su haber 63 victorias seguidas, ahí queda eso. Dignidad y humildad son dos virtudes que no cuentan con demasiados adeptos hoy en día por estos lares pero que son señas de identidad del capitán K, con K de kilo.
Ha sido en gran medida el mundial de los entrenadores, junto al americano han destacado Djordjevic y Collet. Ayer, alguien con enajenación transitoria se atrevió a afirmar que los americanos ganarían aunque los entrenase él mismo. ¡Qué osada es la ignorancia!
Sirva este campeonato de ejemplo para constatar la importancia de un buen gestor de almas, que en definitiva es de lo que se trata porque la calidad y el talento de los jugadores se les supone, como en la mili.
Por cierto, en lo organizativo, sobresaliente, grandísimo trabajo de los miembros de la FEB y el listón queda en lo más alto.
Alfonso Reyes
Presidente ABP