Merecer un título no es suficiente

21 mayo 2018

Merecer algo no es suficiente. En deporte especialmente. Motivos parecen tenerlos todo el mundo, pero la realidad suele ser cruel y a veces injusta.

El viernes, cuando arrancaba la Final Four en Belgrado, el Real Madrid no parecía contar mucho. Las estadísticas no ponían mucho cariño en un posible buen papel del equipo español participante. Periodistas y aficionados tampoco tenían muy claro que la final fuese un destino y mucho menos subirse a lo más alto del podio.

Sin embargo, los deportistas saben que las estadísticas no juegan los partidos. Que la pasión, la confianza y el valor de un equipo solo lo tienen en cuenta los propios actores que están dentro.

Foto Víctor Carretero | www.realmadrid.es

Lo que hemos vivido este fin de semana en el evento más importante del baloncesto europeo, la final four de Euroliga, es una enseñanza. Una llamada de atención para todo aquel que quiera escuchar. Se podría acudir al refranero y buscar unas cuantas frases de la “sabiduría popular” que arrope la hazaña. Pero quizás sea mejor explicarlo con nuestras palabras, en el idioma deportivo.

No ser favorito no implica incapacidad para ganar. Que no se tenga en cuenta a unos jugadores como capaces no los convierte en perdedores. Saber manejar la situación significa ser prudentes pero ambiciosos, ser humildes pero tener confianza. Recitar 12 jugadores puestos uno detrás de otro en una lista, con su palmarés no les convierte en campeones. Quizás en favoritos. Pero ser favorito no es ser campeón. Respeto al rival, pero fe en uno mismo.

Eso lo dejaron ayer claro los jugadores del Real Madrid. Sin estridencias, con una fe inquebrantable. Peleando cada minuto. No dando un respiro, ni a ellos ni al equipo turco. Interpretando una partitura que sólo ellos tenían, que pocos confiaban en su melodía y cuyo resultado final fue soberbio. El equipo funcionó como una orquesta. Todos conocían su papel, el nivel de intensidad de su sonido. Por eso sonó tan bien.

Desde la ABP queremos dar la enhorabuena a jugadores y cuerpo técnico por este éxito.

36 partidos europeos después ha llegado el momento de la celebración. Pero también de la reflexión. El cuerpo de un deportista tiene un límite. Se trata del principal actor de este espectáculo. Es necesario que se escuche a los jugadores, que estén representados por asociaciones independientes y libres de injerencias interesadas.