Parar y reflexionar

26 mayo 2022

Acabada la liga regular e iniciada la fase final de la Liga ACB, es buen momento para tomar algo de distancia y analizar la temporada y la situación en la que vive el baloncesto español actual.

Año tras año, la presencia de jugadores nacionales baja en las plantillas, las excesivas rotaciones no ayudan a que el aficionado se identifique y sienta ese compromiso que antes existía y los jugadores jóvenes apenas reciben oportunidades. Hay excepciones que sí apuestan por una estabilidad, por el arraigo del jugador, por ofrecer minutos a los jóvenes y que “curiosamente” no le va mal si hacen un balance en la clasificación y en el aficionado.

Entonces, ¿por qué no cunde el sentido común en las estrategias deportivas de los clubes? ¿qué los lleva a seguir considerando mercancía al jugador con contratos que les garantizan rotaciones de semanas?

Las nacionalizaciones forzadas son otro drama para el nuestro baloncesto. Aquí se mezclan pasaportes con identidad y una dosis de oportunismo. No es la primera vez que hay problemas legales con estas situaciones. De ser ciertas las últimas noticias en medios de comunicación, la situación sería especialmente preocupante. Siendo los vigentes campeones del mundo, ¿es necesario nacionalizar un jugador para nuestra selección? ¿No hay jugadores válidos para ocupar esa posición? El mensaje que se lanza para el jugador nacional es desilusionante.

Honestamente, este modelo no beneficia a nadie y tiene trazas muy peligrosas para el futuro. El baloncesto es de todos y todos tenemos la responsabilidad de cuidarlo, mimarlo y tomar las mejores decisiones para que siga siendo un motivo de orgullo. Es urgente que todos los que formamos parte de este deporte, tengamos la conversación más importante de los últimos años.