Me siento joven, por Richi Guillén

18 noviembre 2014

Bajar al trastero de mi casa y abrir la maleta de las equipaciones es darme cuenta de la cantidad de años que llevo jugando al baloncesto. Mirarlas me transporta en el tiempo y a los recuerdos de cada una de las temporadas, a los compañeros, a las aficiones, a los entrenadores. Algunas son mejores que otras, pero todas me han servido para evolucionar y crecer tanto en mi vida profesional como en la personal.

A pesar de que mi famosa maleta está llena de equipaciones que me dicen que tengo mucha experiencia, cuando Ramón García y Manolo Rincón me propusieron fichar por el  Clínicas Rincón no sabía a lo que me enfrentaba. De pronto empecé a entrenar con jugadores que podrían ser mis hijos (literalmente).

Cada equipación nueva, suponía un proceso de adaptación con el equipo: conocer a tus nuevos compañeros, aprender a escuchar y habituarte a la convivencia. Pero este proceso es muy distinto cuando les sacas 20 años. Ellos tienen otra visión del baloncesto y de la vida, pero te tienes que adaptar igualmente. El resultado ha sido magnífico: día a día te sorprendes.

En las primeras sesiones de esa primera pretemporada con el Clínicas, los chicos me miraban con caras extrañas. Aunque era divertido, mi misión de aquellos días fue que empezaran a conocerme poco a poco, y a dejarles claro que era un compañero más, con la misma pasión que ellos por el baloncesto.

Cumplida esa misión, tenía otra, incluso más apasionante: aportar mi veteranía para que los jóvenes (Alberto, Pepe, Luis, Tuti, Dejan, Mo, Guti, Víctor, Kenan,…) crecieran. Pero  ellos cumplieron su parte y me ayudaron a que fuese un año divertido. Pero para eso entrené mucho más que en otros años de mi carrera. El físico de los chavales era espectacular, y tenía que trabajar mucho para llegar a su nivel. Esa exigencia que te marca el grupo es fantástica.

Cada entrenamiento se me hacía especial. A pesar de haber realizado miles de sesiones, en cada entreno descubría algo que me decía que había acertado de pleno fichando por el Clínicas y jugando con esos chicos. Cada uno de mis compañeros me aportaba algo y el verlos evolucionar día a día gracias, en parte, a mi experiencia, me hacía sentir muy orgulloso. Es una satisfacción entrenar y ganar junto a ellos, e incluso perdiendo me daba cuenta de lo que valen y de lo que pueden llegar a conseguir.

Este año sólo me quedan unos pocos de la temporada pasada, los demás están en equipos de ACB o han dejado el baloncesto por los estudios, pero cada vez que juegan, los sigo, los animo y me alegro por ellos. Los compañeros de esta temporada son (aún) un poco más chavales, o yo un poco más mayor, pero  ¿Quién dijo que esto fuese fácil?  Hay que tener paciencia y apoyarlos, porque así es como se llega a ser un buen jugador: trabajando y teniendo el apoyo de los que te rodean. Y eso lo sabe todo el cuerpo técnico (Francis, Chiqui, Diego, Alex), y es por lo que estoy aquí un día tras otro.

De momento sigo llenando mi maleta.

Richi Guillén

Fotografías cedidas por CB Clinicas Rincón