Necesitamos una conversación importante

5 agosto 2024

Los análisis en el deporte requieren de cierto tiempo y de algo de memoria. El tiempo nos ofrece el poso reflexivo para no caer en impulsos resultadistas de barra de bar y la memoria es necesaria para saber de dónde venimos.

Quedarse fuera de una competición es duro y desagradable, pero no caeremos en la trampa de calificar un resultado con cualquier sinónimo de fracaso. Ya sabemos que la competición tiene estas dos caras. Pero tampoco debemos engañarnos buscando argumentos displicentes que tienden al conformismo y a un soñado regreso a rendimientos anteriores.

Descartadas esas dos opciones, volvemos a trasladar nuestras ideas que tantas veces hemos puesto encima de la mesa y que tantas veces han sido ignoradas. Son ideas que buscan integrar y no separar, sumar y no dividir. El baloncesto en España no puede permitirse el lujo de estar atomizado. Encontrar puntos de unión para crecer es el único camino para volver a la senda a la que hemos estado acostumbrados desde hace años.

Los resultados deportivos, cualesquiera que sean, son el reflejo del trabajo en la pista y en los despachos, de tiempos anteriores. Son muchos años reclamando la falta de oportunidades para los jugadores jóvenes, el marco de contratación y tantas y tantas peticiones que han caído en saco roto. En 2018 animamos a la reflexión tras el informe anual de FIBA y en 2019 alertábamos de la falta de oportunidades de esos jóvenes que ganaban medallas, algo que volvimos a insistir en 2022 y el año pasado pero la situación en la Liga Endesa sigue siendo la misma: cada vez menos jugadores nacionales en plantillas. En el año 2000, el 58% de los jugadores eran nacionales y 24 años después se ha reducido a la mitad (por debajo del 30% en 2023/24) y su peso en la participación en los partidos también tiende a ser residual.

Paralelamente, se ha consentido que las categorías de formación se mercantilicen y los jóvenes sean una moneda con la que negociar, invertir para obtener rendimientos económicos y olvidarse de la persona y el deporte. Estructuras efímeras con las que ganar campeonatos sin pensar en desarrollos de medio plazo. Evidentemente, tampoco ayuda el nuevo escenario universitario americano. Por eso, es aún más necesario el pensar y reflexionar.

El cóctel está servido. La base sin la presencia e importancia meritocrática que el deporte requiere y la élite cerrada a oportunidades a los cada vez menos jóvenes jugadores que se acercan. Esta es la memoria a la que debemos acudir. Lo que hagamos hoy, lo recogeremos en unos años. Retrasarlo es perder tiempo. Volvemos a mostrar nuestra intención de ser una organización que sume y ofrezca lo mejor para el baloncesto español, sabiendo que la clave está en los protagonistas: los jugadores. Volvemos a reclamar estar presente con voz y voto en las mesas de debate y diálogo de nuestro deporte. Es inexplicable no contar con la representación de los jugadores en el futuro del baloncesto. Lejos de cargar contra nadie, queremos mostrar nuestra disposición a sumar para volver a ser un referente mundial. Sin divisiones, sin peleas. Lo dijimos en mayo de 2022 y lo volvemos a repetir: “Es urgente que todos los que formamos parte de este deporte, tengamos la conversación más importante de los últimos años«